Breve retrato robot del profesor de lenguas innovador
Teniendo en cuenta que no existe un modelo universal de docente innovador en cualquier área del conocimiento, me atrevo a dar un par de pinceladas muy básicas desde mi experiencia como estudiante a lo largo de mi vida, investigadora de audiencias y como profesora de inglés en formación.
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El impulso innovador empieza en el plano de la actitud del docente ante su trabajo y sus alumnos. Cabe preguntarse cómo acercamos nuestra asignatura a la vida cotidiana de los alumnos para que vean su relevancia dentro de los contextos en los que se mueven y en los que se relacionan con sus iguales. En otras palabras, tenemos que conectar el contenido lingüístico que vamos a enseñar con sus intereses y prácticas sociales y mediáticas para facilitar un aprendizaje significativo y situado en la realidad de los alumnos. Esta tarea implica una labor de (auto)formación continua y de constante observación y exploración por parte del docente, que debe sintonizar año a año el mapa de intereses y prácticas de sus estudiantes como primer paso para la confección de actividades y materiales didácticos adaptados a sus características, y que activen su engagement con el idioma que están aprendiendo.
El engagement es un concepto muy frecuente en el ámbito de los estudios de audiencias y márketing que sirve para explicar el grado de implicación o compromiso de un usuario con un producto, al que siempre recurre voluntariamente por encima de otros similares, y al que promociona dentro su entorno más cercano, ya sea como transmisor de sus cualidades, o, como productor de contenidos relacionados con ese producto. Se trataría, por tanto, de trasladar la lógica de este concepto a las aulas de lenguas ambientales o extranjeras donde la meta final es que los alumnos sepan comunicarse en una variedad de situaciones.
¿Y cómo se logra esto desde el plano de la práctica del docente innovador? La respuesta en sí misma no encierra ninguna novedad. Aplicando un enfoque metodológico por tareas que explote los lenguajes, plataformas digitales y contenidos –como las redes sociales, videojuegos y aplicaciones móviles– con los que se comunican, juegan, crean y aprenden los alumnos en la informalidad de su día a día, y en sus lenguas maternas. Para realizar todas estas actividades también pueden utilizar una segunda lengua y el docente debe asegurar que así lo entiendan. Además, el profesor debe trabajar coordinadamente junto con otros docentes de lenguas para ayudar a establecer sinergias de aprendizaje que permitan al alumnos saber relacionar y utilizar contenidos léxicos, gramaticales y pragmáticos homólogos en los diferentes idiomas que, de nuevo, les permitan comunicarse en multiples contextos lingüísticos y culturales. Lograr la competencia plurilingüe de los estudiantes depende, en definitiva, de la voluntad y capacidad de innovar de unos docentes abiertos a experimentar con métodos y técnicas de enseñanza, a dejarse sorprender por la creatividad de los alumnos, y a ver más allá de los límites de sus creencias como profesionales.
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